Zealandia”, el cual fue tragado por el mar, 60,000 años atrás.No obstante, lo más aterrador de todo, son los relatos de aquellos que se han aventurado a quedarse en ese insólito lugar.
Partiendo de misteriosas muertes, hasta la presencia de animales muy extraños, la Isla de Ball oculta secretos que nunca han sido revelados.Fue hallada en 1788, pero desde esos tiempos se pensaba que era un lugar maldito.
Más recientemente, algunos alpinistas buscaron escalar la montaña, pero por los accidentes, el gobierno australiano prohibió dicha actividad.
No obstante, a comienzos de los años 90, un grupo de científicos halló lo que parece ser el cadáver de un insecto paleolítico que se pensaba que estaba extinto. Lo más curioso es que los restos era recientes; no obstante, a pesar de las investigaciones, no consiguieron encontrar más pruebas de la existencia de ese animal en la isla.
De esa forma transcurrieron casi 10 años, hasta que en el año 2001, un equipo de científicos con mucho talento, hallaron una población viva de estremecedores insectos ancestrales llamado “Dryococelus australis”.
Los insectos moraban la isla a 100 metros del nivel del mar, bajo un árbol muy antiguo de la especie melaleuca.
Solamente fue hallada una pequeña colonia de estos extraños insectos milenarios, los cuales son diez veces más grandes que los normales.
Se piensa que este es uno de los descubrimientos científicos más importantes de los años 2000, ya que hasta el día de hoy, nadie es capaz de explicar cómo es que esta raza de insectos ha sobrevivido.
Si lo comparamos con muchos otros insectos, el Dryococelus australis viola a las hembras de su especie para después matarlas. De la misma forma, cabe destacar que estos horripilantes animales, por las noches salen en grupos a atacar y comer animales más grandes. Sí, así es, son ¡carnívoros! nocturnos.
Por tal motivo, los científicos sugieren que esa camada de insectos hallada en la Isla de Ball, se trate de una sola familia que consiguió salvar su especie por cientos de generaciones.
Actualmente la comunidad científica ha preservado la especie, procurando que no se extinga.